Bitácora de la realidad: SIEMPRE QUE HAY DOLOR, HABRÁ CANCIONES

Bitácora de la realidad: SIEMPRE QUE HAY DOLOR, HABRÁ CANCIONES

 

Por Silvina Morelli*

La cacería terminó, presas no hay. Pero hay pajaritos, bravos muchachitos“.
Indio Solari & Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado

 

La tragedia que no fue, pero que siguen llamando tragedia, pasó a un segundo plano en la agenda pública. Ya todos sabemos que la fiscal a cargo de la investigación, afirmó que no hay delito respecto de las dos muertes ocurridas durante el recital del Indio Solari. Y no hay delito porque la muerte de estas personas no fueron consecuencia de “sofocación” o “aplastamiento” -según los médicos a cargo de la investigación, estos adultos hubiesen muerto igual, antes o después del recital, ya que habían consumido diversas sustancias combinadas que su estado de salud y resistencia, según el caso, no soportaron-. Por último, ya sabemos que no quedan más personas por volver a casa -esas a quienes se llamó “desaparecidos”, una y otra vez, en un retórico exceso de lenguaje, a pocos días del 24 de marzo-.

El Indio es un artista, un gran artista. Hace música -de la buena-. Hace poesía -no cualquier poesía-. De la música no supimos nada -sólo se habló de la “lista de temas”, en tanto de la poesía tenemos el título de esta bitácora y alguna que otra cita resignificada que le sirvió al orador de turno, para mancillar el nombre del Indio en forma sostenida, durante varios días. Tampoco hubo pedidos de disculpas a la figura y a la banda, por parte de los verborrágicos que los difamaron, tanto en espacios formales como en las redes sociales. Patético. A otra cosa.

 Escribir sobre lo que pasó es complejo y tiene muchos puntos de análisis que en su totalidad no voy a abordar. Esto es una columna. Ce n´est pas la recherche. No me voy a centrar tampoco en los organizadores: la justicia se hará cargo de sus acciones. Me interesa el Estado y dentro de él, la responsabilidad del gobierno municipal que es el que actúa en nombre de aquel.

Violencia es mentir

El recital fue realizado en el predio La Colmena mediante un contrato que firmó la productora con el jefe comunal de Cambiemos, Ezequiel Galli. En el documento se expresa que el intendente es fiador de los organizadores y como tal, se compromete a acondicionar el predio y a realizar aportes materiales y humanos no sólo para su realización, sino para que las partes involucradas en el convenio resulten indemnes a las consecuencias que pudieran derivar del evento musical.

Centrándonos en el acondicionamiento del predio podemos señalar para empezar, la nivelación de los suelos, la construcción de accesos de ingreso y salida suficientes, la producción y fijación de señalética adecuada en cantidad y tamaño, y baños químicos. Sabemos que nada de esto existió en el espacio La Colmena, tanto por los testimonios como por la investigación judicial. Por su parte, cuando hablamos de aportes humanos estamos hablando de personal de seguridad, de control de venta de alcohol y drogas dentro del predio, de Defensa Civil, de servicios de información en vía pública, de agentes de tránsito, del servicio público de ambulancias, de los Bomberos, de personal médico, paramédico y de emergencias. Agrego además, que el Municipio debió informar y coordinar con el gobierno de la provincia de Buenos Aires y con el gobierno nacional un esquema especial para garantizar a los visitantes y vecinxs, la seguridad y la prevención y asistencia de la salud. Tampoco existió nada de esto. Sumemos datos adicionales aunque no impertinentes: Olavarría tiene unos 110 mil habitantes, recibió no menos de 300 mil ciudadanos más y es una ciudad que no dispone de infraestructura urbana para albergar tal sobre-población, ni soporte tecnológico para comunicaciones, razón por la cual era bastante difícil mantener contacto permanente con quienes fueron al recital-. Todo colapsó. Todo.

La evidencia más contundente en toda esta historia es la ausencia de los tres niveles de Estado: del nacional, del provincial y del municipal. Las afirmaciones del presidente Mauricio Macri y de la gobernadora María Eugenia Vidal fueron algunas palabras que eludieron de lleno sus responsabilidades. Algo habitual. No sorprende. El Ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, responsabilizó directamente al intendente Galli, desvinculando a su cartera de lo que a ella le cabía. Con el diario del lunes es simple concluir que ante la ausencia del Estado en los espacios públicos y el predio La Colmena, durante ese fin de semana, si Olavarría no terminó siendo una tragedia real fue casualidad, fue suerte o fue lo que a cada uno se le ocurra. Cabe preguntarnos si esto fue impericia, desidia, inexperiencia o la decisión política de la gestión de Cambiemos de abandonar a cientos de miles de personas porque no les interesan más allá del rédito y el posicionamiento de Olavarría en una nueva página de la historia del rock argentino.

Macri sostuvo que en esos días ocurrió lo que pasa cuando no se cumplen las normas. Debo reconocer que el presidente tiene razón ya que el Estado no las cumplió. En primer lugar, decidiendo que tanto la ciudad como el predio eran aptos para semejante encuentro de masas y en segundo término, porque no reguló, no supervisó y no controló nada, ni antes, ni durante, ni después del show, incumpliendo de este modo con todas sus competencias.

Primero en conferencia de prensa y luego interpelado por diversos actores sociales, el intendente Galli solo intenta despegarse de su responsabilidad, mintiendo y contradiciéndose una y otra vez. Hay pruebas contundentes que indican que no solamente se constituyó en fiador del evento sino que además, planificó y promovió el show “histórico”, así como también la venta de bebidas alcohólicas sin control ni inspecciones municipales. En este sentido, habrá que ver si prospera el pedido de interpelación del intendente por parte del Concejo Deliberante y qué determina la justicia en relación a las decisiones que tomó, ejerciendo las funciones de jefe comunal.

Con el paso de los días vamos a poder analizar además, si el periodismo -o lo que queda de él- y los activos prosumers de internet continúan con este tema con el mismo ahínco con el que nombraron hasta el cansancio al Indio Solari. Intuyo que no. A muy pocos les interesan las competencias del Estado, aunque a muchos les interesó el Indio. El Indio vende y además, no nos olvidemos que el Indio “es K”.

No lo soñé

Se rumorea que tal vez este sea el último recital del Indio. Si fuese cierto y esto es su despedida, apena. A mí por lo menos. Soy una de sus “fans”, como mi hijo que estuvo ahí y de donde no trajo tan buenos recuerdos.

Mencioné anteriormente que no se habló del show en sí, ni de la maravillosa música, ni del “encuentro ricotero”, ni “del pogo más grande del mundo” del que fui parte en alguna oportunidad… no lo soñé.

Se dice por ahí que no tocarán más en vivo. Pero estoy segura de que después de Olavarría y por lo que significó, como reza la canción y el título de esta bitácora: “siempre que hay dolor, habrá canciones”.

*Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA), especialista en Políticas y Planificación – Consultora de Comunicación Política e Institucional – Escritora – Adjunta a cargo de la materia “Elementos del Desarrollo Local” en la carrera Política, Gestión y Comunicación de la Universidad Nacional de Avellaneda – Capacitadora

 

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