Protección de los humedales: una decisión política e histórica en beneficio de Escobar y la Provincia
Coordinador del Instituto de Estudios Urbanos (IEU) del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires La preocupación por la ocupación destructiva de los humedales y valles aluviales a partir del desarrollo de urbanizaciones privadas nace hace muchos años, en la década del 90, cuando se empiezan a planificar estos emprendimientos.
En todos estos años, nunca fuimos escuchados por los distintos gobiernos municipales. Con preocupación, veíamos cómo se perdían para siempre miles de hectáreas de humedales y cómo se empezaban a sufrir las consecuencias ecológicas de esta pérdida. Cuando el por entonces candidato a intendente Ariel Sujarchuk crea las usinas, un espacio para el encuentro y el debate de ideas, me invitaron a participar de la Usina de Planificación urbana.
En esta rica experiencia, uno de los primeros temas que surgieron fue la protección de los humedales. La defensa de los humedales no es mero un capricho preservacionista: los mismos son indispensables por los innumerables beneficios o “servicios eco sistémicos” que brindan a la humanidad, desde suministro de agua dulce, alimentos y captación de carbono, potabilización natural del agua, biodiversidad, control de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático. La importancia y el alcance de esta medida resulta trascendental: toda la cuenca del río Luján, de Suipacha hasta Tigre, incluyendo en su paso a varios municipios como Mercedes, Luján, Campana y Pilar, depende de los humedales del delta del Paraná. No le resulta indiferente a esta región en términos ambientales que los humedales sigan existiendo o que en su lugar haya intervenciones urbanas que los destruyan con endicamientos que impiden el desplazamiento de las crecidas y lagunas artificiales que contaminan gravemente los acuíferos que nos abastecen de agua. Desde que Sujarchuk asumió como intendente, parte de los equipos de las usinas se integraron a la gestión municipal (los “usineros”) y algunas de las ideas que eran sueños comenzaron a ser políticas de gobierno. La protección de los humedales estuvo en la agenda del intendente desde el primer día de gobierno. Primero se debió solucionar el problema de las urbanizaciones existentes, que eran muchos y muy graves, para poder allanar el camino hacia la definitiva protección de los humedales del partido de Escobar. Hay que destacar el compromiso de Sujarchuk y sus convicciones y coherencia: los que nos prometía en campaña es lo que hoy hace desde su gestión al enviar al Concejo Deliberante este proyecto de ordenanza que busca proteger los humedales del municipio de Escobar.
Las tierras afectadas representan casi una cuarta parte de la superficie del distrito. Si quedaban con la zonificación y posibilidades de uso del actual código de ordenamiento urbano, se hubiesen podido construir sobre ellas varios barrios privados. Para que se entienda en números: un emprendimiento urbano que ocupa una superficie de 500 hectáreas le debería aportar a la comuna unos $24 millones al año. La superficie que se está desafectando a este tipo de inversiones es la equivalente a unos 15 barrios de esa magnitud. Es decir, esta decisión histórica no es gratis: el partido de Escobar, un distrito con mucho atraso en obras de infraestructura y una muy baja coparticipación, resigna unos $360 millones anuales con el objetivo de preservar los humedales en pos del beneficio ambiental que implica para una vasta región de la provincia de Buenos Aires.
Por eso estamos convencidos de que el paso siguiente es exigir a las legislaturas de Provincia y Nación que creen los mecanismos legales necesarios para lograr una compensación económica a través de obras y coparticipación provincial y nacional al partido de Escobar que redunde en la mejor calidad de vida de todos los vecinos.