Corina Fernández: “Un mensaje desde el Dolor”
Solo la providencia, un milagro, hace que Corina Fernández, víctima de violencia de género y femicidio, más allá de seguir con vida, hoy esté dando testimonio de su historia, con la película autobiográfica – No me Mates -.
Antes de la proyección de la película y debate, organizado por el Frente Renovador, Libres del Sur y el GEN, en la Sociedad Argentina de Socorros Mutuos de Villa Martelli, entrevistamos a la protagonista.
Con un rostro amable, gentil, que parece no llevar las cicatrices de la locura del padre de sus hijas y victimario Javier Weber, Corina Fernández , con coraje y fortaleza, desde el dolor nos deja su mensaje: “Es para todas las mujeres que están pasando hoy por una situación de violencia y no se animan a salir adelante. Decirles que hay otra vida y que cualquier sacrificio vale la pena, porque no hay nada peor que estar encerrada con un violento”.
El calvario, termina de la manera más trágica , el 2 de agosto de 2010, cuando Corina llevó a sus hijas de 9 y 11 años al colegio. Al dejarlas, Javier Weber (disfrazado de anciano), le disparó seis tiros con un revólver calibre 32, en la calle y a plena luz del día. Acertó tres tiros y erró los otros tres. Corina sobrevivió milagrosamente, aunque hasta el día de hoy lleva dos balas en un pulmón.
“Me gritó – Te dije que te iba a matar, hija de puta -, me apuntó y tiró a matarme. Creo que él pensó que estaba muerta” se salvó de milagro: dos balas impactaron en el tórax y un tercer proyectil, en el abdomen, pero sobrevivió.
Ante la pregunta a Corina, de si – el amor – la llevó a tolerar situaciones de violencia, expresó: “No era amor. Es carga traumática emocional: “No hubo una luz roja que me indicara que yo fuera a permitir que este tipo me tratara así”, cuenta Fernández. En realidad, me quedé con Javier porque fue el único que no me abandonó. Hasta los 5 años vivía con mis abuelos, eran diplomáticos y ante un cambio de destino, sentí que me abandonaron. Lo mismo me pasó con mi primer novio que fue a vivir a Estados Unidos y Javier fue el único que se quedó, por eso seguí con él, a pesar de que en algún momento pensé en alejarme”.
La vida junto a sus hijas y Javier Weber, fue un verdadero tormento: “No recuerdo que mis padres me hayan pegado, ni que haya sido maltratada cuando era chica. Tal vez mi mamá era un poco sargento y gritaba, y tal vez cuando él me gritó por primera vez, yo no me di cuenta, porque estaba acostumbrada”, analiza.
Para Fernández, “la mujer víctima es aquella que tiene la autoestima por el suelo, o sea que no va a hacer mucho, pero si lo hace es por los hijos. El mensaje es para todas las mujeres que están pasando hoy por esta situación y no se animan a salir adelante. Decirles que hay otra vida y que cualquier sacrificio vale la pena porque no hay nada peor que estar encerrada con un violento”.
La historia de esta sobreviviente, es la historia de miles de mujeres en nuestro país. Corina, llegó a realizar 80 denuncias contra su ex marido, pero hasta el momento del juicio, la justicia siempre miró para otro lado: “Estoy viva de milagro, no porque la justicia haya hecho algo” sostiene Corina.
Luego de una vida de humillaciones y tras la separación, Weber vivía amenazándola de muerte, pero ante las denuncias, la respuesta de la Justicia fue siempre ineficiente. Desde la primera denuncia, se dictó inmediatamente la prohibición de acercamiento a su esposa, pero el hombre la violó sistemáticamente. Y continuó amenazándola de muerte: “Que tenga dos carreras universitarias (diseñadora gráfica y profesora de inglés), que fuera una persona de clase media, no era lo que estaban acostumbrados a ver”, agrega.
El de Corina Fernández, fue considerado el primer caso de ‘femicidio: “Porque aún no habiéndome matado, los jueces pudieron ver en conjunto mi historia, todas las denuncias que yo había hecho, el calvario que sufrí ese año y medio desde que me separé y por supuesto los años anteriores”.
Hoy Corina Fernández, ayuda desde su fundación “Hay una salida”, a mujeres y hombres, víctimas y victimarios de la violencia de género. Para Corina, la muerte en la cárcel de su ex marido, fue como empezar a vivir. “Mis hijas me dijeron, no estamos contentas, pero tampoco estamos tristes, luego de informarles de la muerte de su padre”. En síntesis todoas descansamos en paz. El me decía, que me iba a matar a mí, a las nenas y después se suicidaba”.
Corina Fernández, hoy colabora y trabaja con las víctimas de violencia de género a través de su Fundación: “Hay Una Salida”.