Marchamos todas, Gritamos todas: NI UNA MENOS

Marchamos  todas, Gritamos todas: NI UNA MENOS

Por Silvina Morelli *

 Decenas de mujeres de todas las edades cuyo rastro se ha perdido, aún siguen sin aparecer en nuestro país. El último caso “mediático” fue el de Araceli. Ella apareció muerta. La mataron. La asesinó uno de sus supuestos amigos con la complicidad de otros tantos. Encontraron su cuerpo enterrado en la casa del asesino. Su padre le había dicho a un periodista que ella siempre les decía donde estaba -ellxs suelen hacer preguntas que ponen a las víctimas en el lugar del culpable-.

La mañana de su desaparición, Araceli le mandó un mensaje a su mamá pidiéndole que preparara las cosas para el mate porque estaba volviendo a su casa. Fue a las siete de la mañana. Es la hora en la que vuelven casi todas las jóvenes cuando salen. Pudo haber sido a las dos de la tarde, a las diez de la noche o a cualquier hora en la que los pibes y no tan pibes regresan de cualquier lugar. Podríamos cambiar el todos por todas y agregar que las cosas no solamente ocurren en los espacios públicos sino en los que habitan o transitan cotidianamente.

Hay casos muy conocidos. Hay otros que no han sido visibilizados. Repasemos algunos de los que más hablaron los medios: Candela Rodríguez tenía 11 años, la encontraron adentro de una bolsa muy cerca de su domicilio, en 2011. Con 16 años, a Ángeles Rawson la encontraron en una bolsa, en el circuito de la basura del CEAMSE en 2013. Wanda Tadei había discutido con su esposo quien luego de rociarla con alcohol, la prendió fuego con un encendedor, causándole heridas que le provocaron la muerte once días después. Erica Soriano estaba embarazada, desapareció en 2010 y todavía la buscamos, en tanto su pareja de entonces va camino al juicio oral. Lola Chomnalez con sus 15 años aún espera justicia, tras dos años en los que declararon casi cien personas. El femicidio de Melina Romero fue en 2014 y hoy su caso volvió a foja cero ya que la Fiscalía manifestó que faltan pruebas en contra de los imputados. Daiana Garnica de 17 años, salió de su casa junto al principal sospechoso de su desaparición y todavía la buscamos. Chiara Páez fue asesinada por su novio, a golpes. Carolina Aló fue asesinada hace 21 años por su novio, de 113 puñaladas. El mismo día en el que miles de mujeres se encontraban en Rosario, en 2016, Lucía Pérez era violada, torturada por empalamiento y asesinada en Mar del Plata. Micaela García, la entrerriana de gran compromiso social y político, fue violada por más de uno de sus secuestradores y asesinada. Ornella Dottori, de 16 años, fue violada y asesinada este año también. Mientras escribo estas líneas tremendas, escucho que han encontrado asesinada, a una nueva mujer que estaba desaparecida. La lista sigue. Acá paro. Duele.

El femicidio es la expresión más aberrante de la violencia de género. Es un asesinato que esconde una matriz ideológica que mantuvo y aún sigue manteniendo a los hombres en el lugar de fuertes y poderosos, tanto que sienten a las mujeres de su propiedad hasta el extremo de apropiarse de sus vidas y terminar con ellas.

Hoy se realiza la tercera marcha nacional contra la violencia de género que seguramente, congregará a cientos de miles de mujeres en las calles y plazas de distintas ciudades de la Argentina con un grito común: Ni Una Menos.

Estoy convencida de que cambiaron algunas cosas desde la primera movilización de 2015. Algunas de ellas fueron favorables aunque entiendo que las políticas públicas no sólo no son suficientes sino que hay muy poca articulación entre las dimensiones política, judicial y policial.

Hay más de un femicidio por día y seis de cada diez ocurren en el ámbito doméstico, aún cuando la mujer denunció al agresor. Me pregunto por qué desde que se realizó la primera marcha, la cantidad de femicidios lejos de disminuir, aumentó y los índices de desigualdad continúan sin moverse ni un ápice.

Es necesario continuar visibilizando la violencia de género y trabajando fuertemente para evitar su expresión más monstruosa. Por esto, está tarde diremos nuevamente BASTA de matar mujeres, BASTA de matarnos, BASTA de femicidios.

*Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA), especialista en Políticas y Planificación – Consultora de Comunicación Política e Institucional – Escritora – Adjunta a cargo de la materia “Elementos del Desarrollo Local” en la carrera Política, Gestión y Comunicación de la Universidad Nacional de Avellaneda – Capacitadora

 

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