Primer Acto
Al abrirse el telón, con aplausos de fondo,
un mundo se termina detrás del escenario.
Van tomando su lugar con breve señorío
variadas alegrías y nuevas peripecias.
Los golpes de la vida curtiendo caracteres,
la observación tenaz del que siempre aprende
y meses de ensayos modelando detalles
nutren al personaje con las propias angustias.
El actor absorbido en un hombre ficticio
deja de ser él mismo para ser algún otro;
odia con gran locura, ama hasta la muerte,
soporta cien dolores y comete injusticias.
Con lograda soltura derrocha su talento
en diálogos precisos con gestos adecuados,
domina el espacio que marca la escena
y al público atento cautiva con su fuerza.
Sólo puede comprender la feliz experiencia
de quien todo entrega sobre tablas grandiosas
el que supo cosechar el aplauso sincero
del espectador serio que vibró con el drama.
Alberto Cirkov