Coexistir o extinguir: historias reales que nos interpelan en el Día de la Biodiversidad

Cada 22 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Diversidad Biológica, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar los ecosistemas y proteger las especies con las que compartimos el planeta.

Cuidar la biodiversidad no se trata solo de conservar la naturaleza como si fuera un escenario lejano: también implica entender cómo convivimos con otras especies y cómo nuestras decisiones afectan su supervivencia.

En este contexto, desde la Fundación Temaikèn compartieron algunas historias reales que reflejan la urgencia de hablar de coexistencia. Ya no es una opción: es una necesidad.

Carpinchos y zorros huérfanos, víctimas invisibles del avance de urbanizaciones sobre zonas naturales.

Una coipo embarazada, atacada por perros domésticos, llegó con múltiples heridas al hospital veterinario.

Las ranas patagónicas y las plantas nativas enfrentan una amenaza silenciosa: las especies introducidas que compiten por su espacio, como ciertas ranas exóticas o especies vegetales invasoras que ponen en peligro ecosistemas únicos, como los de Misiones.

Un aguará guazú, rescatado y reinsertado con collar satelital en la provincia de Buenos Aires, murió atropellado en una ruta meses después. Una historia que duele, pero que también nos obliga a repensar cómo diseñamos nuestras infraestructuras.

Estas historias nos recuerdan que cada especie tiene un rol vital y que la pérdida de biodiversidad no solo afecta a la fauna o a la flora: nos afecta a todos.

Conservar también es educar, legislar, respetar e incorporar en la planificación urbana y rural la mirada de la biodiversidad.

Porque coexistir no es solo posible: es urgente.

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