El Dinero

Almas sin rumbo ni destino cierto
que tras quimeras recorren la vida;
paz muy remota, conciencia perdida,
ni un poco de sombra, sólo desierto.
Mares salados que crueles castigan
sin saciar la sed del necio que bebe.
Poco a favor, mucho en su debe,
pasa sus días que calma mendigan.
Dicha querida que comprar no puede;
el cielo lejano: meta imposible
que cuentas repletas jamás lograron.
Única riqueza al hombre quede:
su alma serena. Nada más visible
en los que dicha por fin alcanzaron.
Alberto Cirkov