IGUAZÚ

IGUAZÚ

Cuando comienza a crecer

el alba, y su luz se esfuma,

con el azul más profundo

y va apagando a la luna,

el rocío se descuelga

por pastos y tacurúes,

en la altivez de las cañas

y en los surcos. Y las luces

de las estrellas que huyen

del cielo. Y cuando ese trino

del ave madrugadora

se proyecta en mil sonidos

por la copa milenaria

de los árboles erguidos

y van cruzando en su juego

todos ellos, uno a uno…

Iguazú va amaneciendo

y sus ondeantes caminos

rojos, de hierro, parecen

salpicados de ladrillo.

El verde se hace más verde,

el río se hace más río…

La frescura del arroyo

en el salto se hace añicos.

Un momento sólo antes

de que tus hilos dorados

dejes entrar en las sombras

de los montes; asombrados

mis ojos de tu grandeza,

paraíso y alborada;

como fecundas la tierra

¡yo quiero ser fecundada!

Ercilia Morales Verdaguer