No hay posibilidad para el Olvido ni para el Perdón

No hay posibilidad para el Olvido ni para el Perdón

Bitácora de la realidad

*Por Silvina Morelli

 

Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia“.
(León Gieco)

 

Hace una semana aproximadamente, escribí un relato y quedó macerando hasta decidir su forma definitiva. Tal vez quede en el archivo de escritos breves que jamás publicaré -de hecho, ya está allí-. Siempre me costó la narrativa. Me considero más bien una ensayista.

Ese relato no es un relato cualquiera sino que sintetiza en menos de cincuenta líneas, mi experiencia de vivir la dictadura militar siendo una niña y de ser testigo de la persecución de mi padre y la desaparición de personas queridas. Su título es “La casa de la calle Alem”. Alem era la calle de mi casa. Allí entraron “los milicos” -como los llamaba papá-. Era un barrio popular en el cual pasaban muchas cosas. Muchas.

Un frío muy fuerte me recorrió la espalda cuando escuché la noticia “del fallo del 2×1”, pasado el mediodía de ayer. Recordé inmediatamente mi relato, escrito unos días antes del aniversario cuarenta de la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Fue entonces cuando supe cuál sería el tema de mi columna de esta semana.

No es novedad para nadie -creo yo- que la Corte Suprema de Justicia de la Nación decidió otorgar el llamado “beneficio del 2×1” para la prisión, en un caso de delitos de lesa humanidad. De más está decir que la Ley que otorga tal beneficio fue derogada en 2001, con lo que estaríamos ante una suerte de “refrito normativo” que con este precedente, habilita la impunidad de los genocidas. No soy experta en derecho desde ya, pero estoy segura de que los delitos de lesa humanidad tienen un régimen que impide este tipo de oportunidades, ya que no solo no prescriben sino que pueden juzgarse en cualquier parte del mundo.

Para aclarar el panorama acerca del tema que nos ocupa y por si algún lector aún no se enteró lo ocurrido -espero que esto no sea así-, les doy algunos datos más. Un día antes de este fallo algunos sectores de la Iglesia preparaban el panorama hablando de “reconciliación” entre los genocidas y los familiares de los desaparecidos. Me pregunto, ¿no saben estos religiosos que para reconciliarse hay que arrepentirse y que no hay tal arrepentimiento por parte de los protagonistas del terrorismo de Estado? Con respecto al fallo, de los cinco integrantes de la Corte, los ministros Rosenkrantz y Rosatti votaron por la afirmativa, en tanto Lorenzetti y Maqueda lo hicieron en disidencia. Había que desempatar. Fue Highton la que lo hizo por la afirmativa -algo que llama poderosamente la atención porque contradice algunas otras votaciones que realizó hace algún tiempo -. Lo cierto es que con este fallo, retrocedemos décadas.

30 mil desaparecidxs fue el saldo doloroso que dejó la última dictadura. Todavía se buscan miles y miles de restos. Aún hay hijxs de desaparecidxs que fueron apropiados y que no conocen su verdadera identidad. Todavía los estamos buscando. No hay posibilidad para el olvido ni para el perdón. Aunque no se ve fácil el panorama ya que el gobierno nacional da viabilidad política para que estas decisiones sean posibles, aún nos quedan los organismos internacionales. Tenemos la responsabilidad histórica de reclamar con todas las herramientas al alcance de nuestras manos, el juicio y el castigo.

No he visto a lxs que piden la pena de muerte o la baja de la edad de imputabilidad denunciar este hecho aberrante. Creo que jamás lxs veré reclamar causas justas. Duele tanto como contemplar que de ser un país reconocido y respetado en el mundo entero por nuestra política de Derechos Humanos, pasamos a ser un país en el cual los Derechos Humanos se definen como “un curro” y en el que sus representantes ven con complacencia cómo se tiran por la borda la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Nadie mejor me expresa que el ex presidente Néstor Kirchner cuando -al respecto de los responsables del genocidio- afirmó: “A los que hicieron este hecho tenebroso y macabro de tantos campos de concentración como fue la ESMA, tienen un solo nombre: son asesinos repudiados por el pueblo argentino“.

*Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA), especialista en Políticas y Planificación – Consultora de Comunicación Política e Institucional – Escritora – Adjunta a cargo de la materia “Elementos del Desarrollo Local” en la carrera Política, Gestión y Comunicación de la Universidad Nacional de Avellaneda – Capacitadora

 

 

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