Lo que pienso cuando parece haber nada
Y acá seguimos en blanco, sosteniendo un vacío que mantiene las persianas más abiertas que nunca, procurando tener todas las antenas sintonizadas donde se expanda todo y las posibilidades sean tan evidentes que no tengan más remedio que tocarnos la puerta o pasar más bien, sin pedir permiso.
Que entren. Veremos así con ojos de encuentro aún afilando un rumbo que trae lo glorioso y lo fallido de la misma búsqueda como parte de la creación. La redirección de lo gestado. En un mundo que repele al proceso probablemente insista el dolor en desgarrarnos como parte de ese apego a lo que debería estar sucediendo pero no, no es así.
Hay raíces, vacío, desconcierto, desorientación, sintonización, apertura, búsqueda. Ésta última acaba siendo encuentro si comprendemos la esencia. Como si aquello para lo que fuimos destinados no fuera algo que aparece y como un rayo te parte al medio, te estaquea hasta los huesos, como dijo el gran Cortázar. Entonces..
¿Por qué nos negamos tanto a encarnar lo que tenemos para entregar según quien somos hoy?
¿Por qué cuesta regalarnos la plenitud que tenemos a un alcance de la mano? ¿Por qué no sabemos lidiar con el vacío?
Cuando lo que llega debería revolcarnos en un mar de certezas, incluso así, teniendo un arsenal de preguntas a nuestro encuentro.
Agustina Mendoza / @es.ineffable