Nahuel

Tigre pequeño de ojos marrones
que inundas con llanto cálidas tardes
de un verano breve lleno de flores.
Tu piel rosada cubre la figura
de un héroe simple que sólo grita
por tibia leche cuando ésta falta.
Tigre pequeño que pones morado
en furia salvaje tu dulce rostro;
con pies pesados el mimbre golpeas.
Fiera indomable que callar no quieres
cuando consideras tener motivo
que para los grandes valor no tiene.
Tigre pequeño que jamás respetas
horarios vacíos que diseñaron
hombres maduros que ya no son niños.
Disfrutas también de un baño sencillo,
boca abajo en blanca pileta.
Miras callado, mamá te sostiene.
Tigre pequeño de grandes manitos,
ocupas el centro de nuestro tiempo
y reinas con llanto en tu inocencia.
Alegría nueva de trazos simples
que pintas el lienzo con dedos sabios
de un hogar feliz que amó tu risa.
Tigre pequeño de rubios cabellos
que sacudes brioso sueño nocturno
de quienes debemos oír tus quejas.
Duerme tranquilo, príncipe del llanto:
tu madre sonriente mece tu cuna
con suave vaivén de recio columpio.
Alberto Cirkov