Bitácora de la Realidad: LA HISTORIA VUELVE A REPETIRSE
Por Silvina Morelli*
“Hoy, al fenómeno de la explotación y de la opresión se le suma (…) un matiz gráfico
y duro de la injusticia social: los que no se pueden integrar.
Los excluidos son desechos, sobrantes (…) es la cultura del descarte“.
Papa Francisco
Aquellas masas “destituyentes” de los sectores medios que en 2001 pedían la cabeza de De la Rúa junto con los sectores más empobrecidos de la sociedad, son las mismas que nombraron como “planes descansar” las propuestas de inclusión laboral que sacaron de la miseria a aquellos con quienes marcharon entonces.
Esos “planes” como fue el “Jefes y Jefas de Hogar” -entre otros paliativos para la miseria- fueron reemplazados a partir de 2003, en distintos momentos, por dos nuevas propuestas que empoderaron de dignidad a sus beneficiarios. La Asignación Universal por Hijo, idéntica a la que cobran los trabajadorxs formales en términos de asignaciones familiares y el programa de Ingreso Social con Trabajo “Argentina Trabaja”. Me voy a centrar en la segunda de estas propuestas de inclusión social como un ejemplo claro e ilustrativo de la realidad -aunque también podría hablar de la asistencia directa a sectores vulnerables o del programa de terminalidad educativa FinEs, con las mismas dificultades de gestión, pero me extendería demasiado-.
Argentina Trabaja es un programa nacional que implementan los municipios a través de cooperativas en las que los asociados no descansan ni descansaron nunca sino que trabajan y trabajaron desde su puesta en marcha. ¿Por qué lo implementan las intendencias? Porque son quienes tiene más claro dónde es necesario que trabajen los cooperativistas. Algunos trabajan en obras públicas, otros realizan tareas administrativas, otros ejercen sus profesiones y hay quienes conforman espacios productivos de bienes y servicios, cuya ganancia complementa la magra mensualidad que perciben. Lo cierto es que hace más de un año, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación no envía a todos los municipios, los recursos necesarios para gestionar las cooperativas. Ante esta situación, algunas intendencias tomaron la decisión política de hacerse cargo para evitar un posible desborde social que sería difícil de contener.
Hace algunos días, analizando esta problemática y hablando sobre otros temas de gestión, me consultaron acerca de cómo veo la realidad de los municipios gobernados por intendentes de oposición a Cambiemos. Mi respuesta fue contundente. No veo una situación saludable ni hoy, ni en el mediano plazo. Los municipios -en general- no sólo no pueden sostenerse con fondos propios, sino que el grado de cobrabilidad de las tasas municipales ha descendido como resultado de la crisis económica. A esto se suma que las intendencias no están recibiendo aportes suficientes de los gobiernos nacional y provincial, ya sea para la planificación y ejecución de nuevos proyectos como para continuar las obras y servicios en marcha desde las gestiones de CFK y Scioli y en este sentido, el ejemplo es ilustrativo.
En la misma charla invité a mis interlocutores a recurrir a la historia. Durante el proceso histórico que desembocó en la crisis de 2001, los gobiernos locales fueron asumiendo nuevas funciones de manera forzada además de la tradicional de ABL (alumbrado, barrido y limpieza), sin recursos suficientes para gestionar las demandas que iban creciendo en el contexto de un modelo económico neoliberal, de exclusión, inequidad y desigualdad social. En este marco de omisión de políticas por parte del Estado nacional y provincial, hubo gobiernos locales que ingresaron en profundas crisis económico financieras. Otros se pusieron al hombro la asistencia directa para resolver demandas concretas de los sectores de mayor vulnerabilidad social, priorizándola como eje de gestión. Y también hubo intendencias que implementaron proyectos de modernización con participación social, con responsabilidad social empresaria y hasta con gestión de sociedades mixtas sumando al sector privado.
En 2003 comenzó una etapa de recuperación con la implementación de políticas públicas orientadas a la redistribución de la riqueza en términos de justicia social y crecimiento nacional soberano e independiente. Hasta 2015, muchos gobiernos locales transitaron procesos de recuperación y crecimiento gracias a visibles mejoras en sus presupuestos orientados a la satisfacción de demandas ciudadanas. Esos años se caracterizaron por una transferencia de recursos coparticipables desde la provincia de Buenos Aires; la participaron en el presupuesto nacional que comenzó a direccionar obras, servicios y programas directamente a los municipios, en forma inédita; y la mejorada situación económica de lxs ciudadanxs que redundó en una mejor recaudación municipal.
Hasta 2001 los municipios gestionaron como pudieron esa descentralización que yo llamo “forzada”. Entre 2003 y 2015, pudieron hacerse cargo de la mayoría de las demandas ciudadanas gracias a un proyecto nacional de inclusión y atención de esas demandas. Desde que asumió Cambiemos estamos retornando rápidamente a aquel proceso anterior a 2003, donde lo público era mala palabra y el Estado no debía gastar aunque el gasto estuviese orientado a prevenir las injusticias, evitando la recesión y sus consecuencias menos deseadas como son el hambre y el desempleo generalizado.
Los hechos se repiten. Las ideas que sustentan políticas públicas de exclusión social se repiten. Son lo mismo. La historia vuelve a repetirse. Los municipios vuelven a tener dificultades no solo de recaudación como consecuencia del empobrecimiento de sus ciudadanos, sino de falta de fondos provenientes de otras órbitas de Estado para satisfacer necesidades de ciudadanos que le reclaman al intendente que no tiene ni tendrá -en la mayoría de los casos- las posibilidades de resolver la totalidad de esas demandas.
Llegados a este punto y como ocurrió con las personas que me consultaron, surgen algunas preguntas bastante inocentes, por cierto. ¿Hasta cuándo los municipios podrán hacerse cargo de las responsabilidades que no son de su competencia como en el caso de las cooperativas? ¿Cómo es posible que las intendencias nuevamente, estén evitando el hambre de cientos de familias que comienzan a tener necesidades básicas insatisfechas? ¿Las medidas de Cambiemos no llevan a la gestión del asistencialismo que tanto critican y que el gobierno anterior combatió con políticas de empleo? ¿Hasta cuándo los argentinos seguirán creyendo los irreales y vacíos discursos de los representantes del actual gobierno? ¿Hasta cuándo podrán manipular a los sectores medios sin que vuelvan a agarrar las cacerolas como lo hicieron en 2001? ¿Cómo hará la oposición a Cambiemos para gestionar sus legislaturas, protegiendo a los sectores sociales más vulnerables que siguen en aumento? ¿Llegará el día del “sinceramiento” comunicacional en el cual los comunicadorxs cómplices, se hagan cargo de que sus acciones comunicativas provocaron y provocan impactos que están llevando al país a la ruina? ¿La “Pobreza Cero” será ese momento en el que las mayorías empobrecidas mueran de hambre por las decisiones políticas de un gobierno que entre otras cosas, sub-ejecuta los presupuestos de salud? Las respuestas te las debo. Mirá a tu alrededor. Compará las tarifas que venís pagando estos dos últimos dos años. Camina la calle. Hablá con la gente. Visitá el Conurbano. Tal vez obtengas respuestas suficientes para sacar tus propias conclusiones y seguramente, extrañarás el porcentaje de inflación que te dejaron “los K”.
*Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA), especialista en Políticas y Planificación – Consultora de Comunicación Política e Institucional – Escritora – Adjunta a cargo de la materia “Elementos del Desarrollo Local” en la carrera Política, Gestión y Comunicación de la Universidad Nacional de Avellaneda – Capacitadora