El amor no es de nadie

El amor no es de nadie

El amor no se hace en minutos.

Lleva tiempo. El amor es un suspiro cada tanto,

no siempre. El amor es paciencia, tolerancia y escuchar.

El amor es perder. El amor a menudo se queja, reclama, patalea,

grita, calla, llora, cede.

Al amor no se lo enamora.

Es el amor el que te enamora a vos.

El amor no se busca, ni se encuentra, ni se merece.

El amor se va. El amor nos cree al principio o eso pareciera.

Lo difícil es que te crea más tarde, el resto de los días,

después… Cuidarlo. Como pasto

que le cuesta crecer cuando no llueve,

como jazmín de cielo en noviembre

al que no siempre las flores le brotan de una vez.

El amor es que te esperen y esperar, sin flores en la mano,

sin llanto que te ampare, sin sueños que se cumplan.

Los plazos del otro, los momentos del otro.

El deseo del otro. Aunque a veces concuerde con el tuyo

y otras no.

Hay personas que aman con locura

y sin embargo nadie las quiere.

Y otras que hacemos las cosas mal

y las repetimos hasta el cansancio. Y somos amadas

y mucho.

¡Por suerte! El amor es tener un proyecto

común por pequeño que sea.

El amor no es saber lo que hace el otro,

ni imaginarlo, ni siquiera intentarlo, ni suponerlo,

ni saber. El amor no es control.

Ni parecerse, ni coincidir, ni conocerse,

ni ser el uno para el otro, ni tu media naranja,

ni tu parte de qué.

El amor no es tuyo, ni mío, ni de aquel,

ni del anterior, ni de nadie.

El amor no es de nadie.

Si quisiéramos conocer todas las acciones

de la persona amada todo el tiempo,

la vida sería un suplicio.

El amor no es posible y olvidé las comillas

deliberadamente si no existe

un secreto, decía Kundera.

Y tantos otros lo repetimos sin entender.

El amor no es posible si no vislumbra una hazaña,

más no sea a lo lejos.

El amor es una mentira.

A la que nos aferramos, le creemos.

Simplemente porque queremos creer.

El amor te confunde. Te ciega.Te abraza.

Te gusta.Te disfraza. Te ensordece.

Te deja, con las ganas y te suelta.

Como pájaro sin pan en el deseo.

Juan Botana