¿Son los vacíos?

Incluso dentro de las más salvajes de las exuberancias o euforias entregadas convive pegadito una sensación de la nada misma, de un todo insulso y fugáz.
Del salto al vacío además de éste último deviene un vértigo que se convierte en ciclo y la euforia sesa luego en un suspiro o quizás espasmo (aún no lo tengo bien definido) de infinita incertidumbre.
Que a lo mejor no se trate de invocar lo definido y el cóctel profundo sea un poco de todo eso entrelazado en varios instantes de repliegue. Ojalá puedas, ojalá pueda, ojalá podamos, calmar, pausar, gozar en unos brazos que no nos digan nada y nos digan todo.
Patricia Patt.