LA CRECIDA

Cuando crece el río bermejo y majestuoso
extiende sus dominios de líquido reinado,
sumerge la rutina de un dormido poblado
con indomable fuerza de potro muy furioso.
Pobres familias pierden su precaria riqueza,
el corazón sangrando por el techo cubierto,
hundiendo en el barro el porvenir incierto,
pidiendo al Eterno valor y fortaleza.
Arrastran turbias aguas frondosos camalotes
plagados de reptiles viajando sin destino;
castigado y sufrido litoral argentino
que anhela impaciente terminen sus azotes.
Con dolores de parto gime la tierra toda.
Pretenden muchas aguas lavar tanta afrenta
descargando Natura su revancha violenta.
La soberbia del hombre su armonía enloda.
Alberto Cirkov