La Rosa Cortada

Como una flor arrancada con violencia
por una mano que sólo destruye
cortó la muerte una esperanza de cinco lustros
transformando tu calor en una tumba fría.
Nevada luna que hundió su porvenir
en la azul distancia donde muere el mar.
Un corazón quedó solo examinando el horizonte
a la espera de una frágil gaviota
que entregó sus alas al viento
consumiendo infinitos en un viaje sin retorno.
Desfilan del pasado tan gratos momentos
en la febril pantalla de mis recuerdos:
un palco compartido en un céntrico teatro,
una isla en el delta varias veces explorada
en un descubrir siempre nuevo de la vida,
un helado oportuno como paréntesis
a tu ajetreado devorar de materias.
Tu salud de repente quebrantada
guardó en un sobre de papel indestructible
de una carrera la expectativa trunca,
y un corazón que se cansó de soñar tanto
lacró para siempre tus vanos proyectos.
Un amigo que no alcanzó a velar tu sueño blanco
en una despedida tal vez definitiva.
Una sepultura que nuestras manos separa,
que impide a mis labios depositar otro beso
sobre tus mejillas de dolor empapadas,
que prohibe en forma terminante
culminar nuestro diálogo al amparo de una mesa.
Una tarjeta afectuosa reclamaste en tu delirio
al amigo verdadero que no estuvo a tu lado
y una invitación a la cual jamás respondiste
por ser una rosa que fue cortada del jardín.
Separados para siempre: ya nada cambiará!
Quedó sellada en el tiempo una relación floreciente:
nada podrá menguarla ni acrecentarla tampoco.
Distanciados sin remedio por el resto de la vida!
Y quizá también por toda la eternidad…!
Alberto Cirkov